La Generación Z despierta con una deuda, un título universitario y la amarga sospecha de que invirtió en una promesa vacía. Mientras la IA reescribe las reglas del juego laboral, ¿quién sigue creyendo que el conocimiento vive encerrado entre muros académicos? Cuatro años de clases, miles de dólares en deuda, y un diploma colgado en