La Generación Z despierta con una deuda, un título universitario y la amarga sospecha de que invirtió en una promesa vacía. Mientras la IA reescribe las reglas del juego laboral, ¿quién sigue creyendo que el conocimiento vive encerrado entre muros académicos?
Cuatro años de clases, miles de dólares en deuda, y un diploma colgado en la pared como trofeo de guerra… en una guerra que ya terminó. Generación Z, bienvenidos al mercado laboral donde tu título universitario vale menos que una habilidad en prompt engineering.
Un informe reciente revela que el 49% de los graduados jóvenes siente que su educación formal fue una pérdida de tiempo y dinero. No es cinismo. Es claridad. No es una crisis vocacional. Es darse cuenta, como quien despierta de una simulación, que el juego nunca fue justo.
Bienvenidos a la obsolescencia educativa
Durante décadas, la educación formal vendió una narrativa: estudiá, sacrificate, tituláte… y te garantizamos seguridad. Lo que no te dijeron es que esa narrativa fue escrita en una era prealgorítmica. Hoy, una IA puede hacer tu trabajo, más rápido, sin dormir, sin protestar.
Y mientras las empresas se desvinculan de los títulos como requisito, las universidades siguen ofreciendo programas diseñados para el siglo pasado. La Generación Z no está confundida: está viendo con claridad. El emperador académico está desnudo. Y el sistema lo sabe.
La rebelión del conocimiento libre
El nuevo saber no se imparte, se comparte. No se mide en créditos, sino en contribuciones. No se certifica, se construye en red. ¿Realmente vamos a seguir validando la inteligencia con diplomas cuando cualquiera puede aprender machine learning en un curso online gratuito y demostrarlo con código?
La lógica cypherpunk ya lo anticipaba: romper sistemas centralizados, liberar la información, reconfigurar el poder. Aplicado a la educación, eso significa abandonar la devoción por los templos académicos y abrazar la experimentación, la autonomía y el aprendizaje continuo como estilo de vida.
La espiritualidad de desconectarse del relato
Vivir alineado con el flujo de lo real implica dejar de resistir los cambios. Soltar el apego a formas vacías. El título no es el conocimiento, como la caja no es la herramienta. A veces, hay que dejar que el fuego arrase lo viejo para que algo vital emerja de las cenizas.
No se trata de despreciar el estudio. Se trata de devolverle su alma. Estudiar no como medio para encajar, sino como acto de libertad.
¿Qué viene después del diploma?
Lo que viene es una educación sin muros. Aprendizaje como praxis cotidiana. Curiosidad como motor. Lo que viene son comunidades autodidactas, proyectos descentralizados, inteligencias colaborativas. Aprender porque querés saber, no porque necesitás un sello que te diga que “sabés”.
Y sí, tal vez sea incómodo. Especialmente para quienes vendieron su tiempo por una promesa institucional. Pero como cualquier despertar, duele al principio. Después, se vuelve adictivo.
Conclusión
Si el título universitario es la respuesta, entonces la pregunta está mal formulada. La Generación Z no está desmotivada. Está desprogramándose. Y eso, en estos tiempos, es un acto profundamente revolucionario.
Inspirado en el artículo original publicado por el New York Post: https://nypost.com/2025/04/21/tech/gen-z-grads-say-their-college-degrees-are-worthless-thanks-to-ai/
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